08 noviembre, 2006

¿Dónde está Julio?


Cruel destino el del hombre. Hace un mes y medio que falta de su hogar un militante que soportó las peores circunstancias y conservando la dignidad luchó hasta conseguir justicia por él y sus compañeros. Y el día que iba a coronar tanto esfuerzo (para él) todo volvió a empezar.
Para los que buscamos justicia la ausencia del Compañero Julio López nos lacera el alma; nos arroja al fondo del pasado más oscuro; nos deja la sensación de que después de tantos años seguimos siendo vulnerables frente a quienes derrotamos con la verdad y la justicia.
El pensamiento
reflexivo se torna hoy indispensable para establecer la realidad y marcar un rumbo.
Diagnóstico.
Pienso que a Julio lo secuestraron. No podemos establecer quien fue pero sí porqué y con que objetivo lo hicieron.

A Julio López se lo llevaron porque representa la dignidad, la perseverancia y los valores que el genocidio quiso matar y no pudo.
Ellos buscan establecer la supremacía de la muerte sobre la vida; que se imponga el miedo a la voluntad.
Quieren cubrir con un manto ideológico su perversión; vaciar de contenido nuestro reclamo de justicia y arrastrarnos a su lógica de la guerra para que caigamos en su mismo lodo.
Está claro que nunca podrán igualarse. En 30 años ningún familiar buscó justicia por mano propia, ni siquiera cuando la impunidad parecía asegurada.
Esa inteligencia surgida del dolor le da a nuestra causa una legitimidad inapelable, pero a la luz de los acontecimientos, debemos reconocer que no alcanza.
La Enseñanza.
La primer enseñanza que sacamos de la segunda ausencia de Julio es que (en materia de DDHH) de poco sirve condenar a los genocidas si va a seguir vigente la misma cultura en muchos ámbitos de la sociedad y sobre todo en los organismos de seguridad del Estado.
La batalla por la plena vigencia de los derechos humanos no termina en el juicio y castigo a los culpables porque no se trata de una cuestión personal. Quienes secuestraron, torturaron y asesinaron a nuestros hermanos lo hicieron para preservar un orden social y económico que aún hoy está vigente y para los cuales la impunidad es un objetivo irrenunciable.
Esos intereses tienen diversas expresiones y ningún sector político es inmune a ellos; así vemos que quienes se muestran proclives a endurecer las penas con el delito común y reclaman bajar la edad de inimputabilidad son los mismos que para el genocidio piden anmistía, olvido y reconciliación.
También observamos como durante los años del retorno democrático los represores se han ido reciclando en los pliegues de los organismos de seguridad estatal y privada y hasta han llegado a ocupar importantes cargos públicos y presentarse a elecciones.
Son los mismos que ahora se rasgan las vestiduras en defensa de la "institucionalidad" cuando el Gobierno Nacional apura el paso de las reformas necesarias mientras que cuando Menem vació el país con los mismos instrumentos les parecía un ejemplo de eficiencia y pragmatismo.
Ellos siguen siendo los mismos; pero nosotros no.
Pienso que hemos avanzado mucho, pero todavía no llegamos a nada. Y que deteneros o conformarnos equivale a retroceder.
El Camino de la Revolución
La victoria final llegará, cuando la Sociedad se reencuentre en la Justicia, en el Trabajo, el Respeto y la Participación, no tengo dudas, pero para que ese día llegue deberemos ganar muchas batallas en diferentes espacios.
La opción militar no es nuestra; pero igual necesitaremos Organizaciones Sociales que actúen como agentes del cambio en todos los ámbitos.

La verdadera Revolución será cultural antes que política. Se basará en el testimonio de nuevas Organizaciones Políticas y Sociales, Empresas, Militantes, Funcionarios que demostrarán en su propia gestión que otro mundo es posible. El trabajo de uno no alcanza, pero cuando estos se multipliquen la sociedad dará un salto cualitativo que nos sorprenderá:
  • Necesitamos Organizaciones Sociales capaces de realizar reformas profundas en los organismos de seguridad. Que se involucren (aunque no les guste) en el diseño de sus políticas y en la formación de cuadros militares, policiales y penitenciarios para que sean portadores de una visión humanista y cristiana. Trabajar duro para afianzar la vigencia de los derechos humanos en las cárceles. Se puede.
  • Necesitamos Organizaciones Sociales que liberen a los sectores más vulnerables de la dependencia energética que les provee el sistema y promueva una cultura ecológicamente sustentable. Se puede.
  • Necesitamos Organizaciones Sociales que potencien la capacidad crítica de sus alumnos. Que los ayuden a insertarse como actores legítimos en el mundo antes que adaptarse pasivamente. Se puede
  • Necesitamos Organizaciones Sociales que sostengan medios de comunicación alternativos para transmitir una visión de la realidad libre de los condicionamientos de los medios masivos de comunicación. Se puede
En la medida en que comprendamos la naturaleza sistémica de la sociedad la militancia se hará más placentera y transformadora. El propio lugar de interacción es donde debe germinar la semilla del cambio.
La Vida es generosa y paga bien a quienes le sirven; avancemos y seguramente en la marcha lo encontraremos a Julio, dandonos fuerza y sonriendo con los dedos en V.

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@VicenteJEspeche